¡La salvación es por gracia!, esto quiere decir que ¡es un regalo de Dios!, no la merecemos, no la podemos ganar, no la podemos comprar. Dios nos ha amado tanto que ha enviado al Señor Jesús a morir en una cruz para pagar la deuda que todos teníamos, no nos preguntaron si estábamos de acuerdo, ni siquiera habíamos nacido. Es en Su Soberanía, Bondad y Misericordia que Dios Padre ha provisto el plan perfecto para librarnos del castigo o deuda del pecado (Ef. 2:8; 2 Ti. 1:8-10).
Si la salvación fuera por obras que nosotros hagamos, entonces Dios tendría una deuda con los seres humanos. Se podría decir en otras palabras así: “Como yo me porto bien, entonces Él me paga con la vida eterna”. ¡Esto es una herejía! ¿Cómo podría ser cierto que el ser humano haga deudor a nuestro Dios Todopoderoso?
Le estaríamos diciendo que Su sangre no es suficiente, que no la necesitamos, y el Señor enseña en Hebreos 10:29 “¡Imagínense entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios, y los que dicen que su muerte no sirve para nada!”.
Dios enseña por lo tanto que la salvación no es por las obras que las personas hagamos, no es por méritos que hagamos, pues nada que presentemos para salvarnos será suficiente. No iremos al cielo porque oremos mucho o leamos la Biblia, ni porque busquemos a Dios o porque tratemos de vivir en santidad, todo ello es muy bueno de seguir, pero es fruto del convencimiento y la obra que hace el Espíritu Santo en nosotros (Ef. 2:10; Gá. 2:16)
¿Cuántas buenas obras habrá que presentar en el juicio final para pagar por uno solo de los pecados cometidos? Según la moral y justicia humana, sería tan fácil como ofrecer una buena obra por cada pecado, así, si tengo cuatrocientos mil pecados, entonces me libraré si presento cuatrocientas mil buenas obras.
Pero todos estos razonamientos carecen de valor si estudiamos el problema a la luz de la Biblia. Dios enseña que la paga del pecado es la muerte, que por cuanto todos hemos pecado, todos estamos destituidos de la vida eterna a Su lado, que Él no tomará por inocente al culpable, y peor aún es que todas las acciones que presentemos ante Él para que nos permita estar a Su lado por una eternidad, Él las recibe como si fueran un “trapo de inmundicia” (Ro. 6:23; 3:23; Nm. 14:18; Is. 64:6).
No existe forma alguna en que un ser humano entre al cielo por las obras, nuestras obras en lugar de salvarnos nos condenan, y Él enseña que aquel que desee salvarse por medio de cumplir Sus mandamientos es un maldito (Ro. 2:6; Gá. 3:10).
¿Por qué Dios haría un plan en el que ninguna persona pueda salvarse por sus propias obras o méritos? Porque Él desea que todos sean salvos por la fe en el Señor Jesús, en el Único Justo y el que justifica a aquellos que en Él han creído (Ro. 3:24-26).
De esta forma, la salvación, la oportunidad de ir una eternidad al cielo junto a Él, no es algo difícil, de hecho, es muy sencillo para nosotros, pues lo más difícil ya lo hizo el Señor Jesús al morir en aquella cruz para pagar la deuda por los pecados.
Él dijo: “Consumado es” (Jn. 19:30), ya la obra para la salvación está realizada, terminada, se ha pagado por completo la deuda. A nosotros nos corresponde creer y esto es gracias a Su Voluntad y Bondad que podemos hacerlo.
En Sólo Jesús Salva servimos a la iglesia para conocer cuál es el Evangelio y cómo hablarlo con otras personas.
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