La salvación es sólo por medio de la fe. Nadie podría salvarse por medio de la fe y las obras, pues Él enseña que es un Dios celoso y que no comparte su gloria con nadie. Dios es celoso por proteger lo que le pertenece a Él. No permitirá que otro tenga el honor que se debe únicamente a Él, Su plan es tal que solo Él, y no el hombre ni sus ídolos, recibirá crédito por la salvación (Dt. 4:24; Is. 42:8; 48:11; Ro. 11:25–27, 33–36; Ef. 2:8).
Dios enseña de forma clara y repetidamente que la salvación solo es por la fe en el Señor Jesús sin tomar en cuenta las obras humanas (Jn. 3:14–17; 6:69; Hch. 13:39; 15:9; 16:31; 26:18; Ro. 3:21–28; 4:5; 5:1; 9:30; 10:9–11; Gá 2:16; 3:11, 24; Ef. 2:8, 9; Fil. 3:9).
Entonces, ¿cuál es la fe que salva? La fe no solo es un acontecimiento histórico que sucede una vez, sino una condición perseverante y continua. La verdadera fe que salva es sobrenatural, un don gratuito de Dios que Él mismo deposita y produce en el corazón (Ef. 2:8), y es el único medio por el cual una persona puede apropiarse de justicia verdadera (Ro. 3:22, 25; 4:5, 13, 20; 5:1). La fe salvadora consiste en tres elementos: 1) mental: la mente entiende el evangelio y la verdad acerca de Cristo (Ro. 10:14–17), 2) emocional: la persona manifiesta que ha acogido la veracidad de esos hechos con tristeza por el pecado y gozo por la misericordia y la gracia de Dios (Ro. 6:17; 15:13) y 3) volitivo: el pecador somete su voluntad a Cristo y confía solo en Él como la única esperanza de salvación (Ro. 10:9-10). La fe genuina siempre producirá obediencia auténtica (Jn. 8:31; 14:21–24; Ro. 4:3).
Debemos definir cuál es el objeto de nuestra fe para salvación. En otras palabras: ¿en qué tenemos puesta la fe para salvación? (Ro. 1:17). La única respuesta posible a tan importante pregunta es que nuestra fe está puesta solamente en Jesús, pues no se ha dado a los hombres ninguna otra forma en que podamos ser salvos (Hch. 4:12).
Tenemos fe en que Jesús es Dios mismo, en que Él se hizo hombre y caminó entre nosotros, en que nunca pecó, siempre llevó una vida santa sin pecado, que murió en aquella cruz para pagar la deuda que nosotros teníamos por nuestros pecados, que resucitó de entre los muertos y subió al cielo, que está sentado a la derecha de Dios Padre donde intercede por nosotros y que un día regresará y nos llevará a vivir eternamente a Su lado.
Nuestra fe debe estar puesta ciegamente en Jesús, el Autor y Consumador de la fe, por medio del cual todos aquellos que se acerquen a Él no serán rechazados (He. 12:2; Jn. 6:37). Dios nos manda a arrepentirnos y a poner nuestra fe en Jesucristo (Hch. 17:30-31). No es suficiente creer ciertas cosas sobre Jesús, ya que hasta Satanás y los demonios creen en el Dios verdadero y tiemblan aterrorizados (Stg. 2:19), pero no lo obedecen. No tienen una fe verdadera. La fe que salva siempre responde en obediencia (Ef. 2:10).
En Sólo Jesús Salva servimos a la iglesia para conocer cuál es el Evangelio y cómo hablarlo con otras personas.
Si consideras que en este ministerio de evangelismo te podemos servir, por favor no dudes en contactarnos por medio del enlace siguiente:
¡Bienvenido! Visita nuestras redes sociales para que el Mensaje del Señor Jesucristo llegue a más personas de habla hispana.