Hay varios pasajes en la Biblia en los que Dios nos enseña cuál debe ser nuestra forma de hablar y tratar los temas del Evangelio con el inconverso.
El principal de ellos lo encontramos en 2 Corintios 5:18-20, en donde el Señor nos enseña que somos sus embajadores, Cristo nos envió para que hablemos de parte suya, y Dios mismo les ruega a los inconversos que escuchen nuestro mensaje. Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: ¡Vuelvan a Dios!. Las palabras clave aquí son: embajadores, no porque haya algún mérito en nosotros, sino por el altísimo valor de Aquel a quien estamos representando, pero también habla de que Dios ruega a los inconversos, ¿si Él que es Dios Soberano les ruega a los perdidos, entonces cuál debería ser nuestra actitud como embajadores de Él?
Por otra parte Dios nos enseña que debemos hablarles con mansedumbre, ternura, humildad, misericordia, compasión, reverencia, amabilidad, respeto. ¡con amor!. Hay una frase que me gusta mucho y dice así: “El evangelismo es como un mendigo, diciéndole a otro mendigo, dónde encontrar pan”, ¡nosotros no somos el panadero! (2 Ti. 2:25; 1 Pd. 3:15-16; Jud. 1:23).
Si hay algo que puede demostrar la misma esencia del segundo mandamiento que nos dejó el Señor Jesús, es la predicación del Evangelio a todas las personas, porque cómo podría ser posible que conociendo nosotros tan extraordinaria noticia nos quedemos callados. No es lógico, debe cumplirse la regla de oro, si yo amo a los demás y deseo hacer con ellos lo mismo que desearía que hicieran conmigo, entonces no hay ninguna razón para no salir a compartir el Evangelio con los perdidos. Y para sumar más aún, Jesús dice que aquel que le ama es el que guarda sus mandamientos. ¿Amas a Jesús? ¿Entonces por qué no vamos por todo el mundo sin cansancio ni distracciones y predicamos la Buena Noticia a todos? (Jn. 14:21; Mr. 16:15-18; Mt. 7:12; 22:39).
Evangelizar no es discutir con alguna persona acerca de cualquier tema de Dios, la Biblia, las religiones o las creencias, sean éstas verdaderas o falsas. Eso no es presentar el Evangelio, y hacer, sostener y mantener esas discusiones levantan barreras para el mensaje verdadero de Jesucristo.
En Juan 4:7-26, una mujer samaritana tiene un encuentro con el Señor Jesús. De este encuentro hemos aprendido cómo Jesús compartió el Evangelio. Encontramos una forma consistente de presentar el Evangelio, hablando primero de las malas noticias y luego enseñando las Buenas Noticias.
Vemos que Jesús realizó los siguientes cuatro pasos:
En Sólo Jesús Salva servimos a la iglesia para conocer cuál es el Evangelio y cómo hablarlo con otras personas.
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